Mi Obra

Por ahora, es una experimentación que me lleva... y yo voy adonde me lleve. 

El mosaico me antecede, existe en mí desde antes y cuando yo lo descubro, me muestra emociones, el misterio abrumador de lo natural, la sensibilidad de los rostros, lo místico oculto en algunas cosas. 

Y eso ocurre, es algo que pasa entre la piedra, el vidrio, y yo. Y yo me encuentro allí, entre lo que aparece y mi asombro. 

Mi obra me promete un nuevo modo de escuchar a la vida y a los otros. 

Mi relación con el mosaico comienza sin saberlo. Cada vez que, a lo largo de treinta y siete años de ejercer como psicoanalista, las personas ayudadas por mi trabajo analítico, armaban una nueva historia de sus vidas, con esos fragmentos, transformándose en una obra más feliz, estaba gestando el embrión de mi relación con el mosaico.

Primero fue una obra del sacerdote esloveno Marco Rupnik, situada en el Vaticano. Fui a su taller, en Roma, conocí su obra, su modo de trabajo, y recibí el alma del smalti y de la piedra como algo que cambió mi vida. Hace de esto 10 años. 

Empecé a trabajar sola y luego hice cursos, todos los que pude. Fui a la Scuola del Friuli en Spilimbergo. 

Agregue conocimiento a mis recorridos en retrato haciendo seminarios con Adriana Mufarrege. Supe que había otras técnicas con la enseñanza de Ángela Sanders, me tenté con la posibilidad de algún día interpretar las fuerzas naturales y así conocí a Marian Shapira en un seminario en Buenos Aires y últimamente hice un seminario de muralismo urbano con Dominique Vispo en Esquel.